Una idea de negocio, un plan de puesta en marcha, un punto de audacia y… un negocio que prospera. Esta cadena de sucesos tan optimista y que vemos tan fácil cuando estudiamos casos de éxito o a nuestra propia competencia, nos puede hacer pensar ¿Qué porcentaje de suerte tienen los emprendedores a los que parece irles todo a favor?
Decía Thomas Edison que la Suerte es eso que ocurre cuando la planificación se encuentra con la oportunidad.
La suerte está muy relacionada con la visión de futuro. Hay personas con una sensibilidad especial para detectar oportunidades de mercado a futuro.
No obstante para sostener un negocio en el tiempo hace falta más que buena suerte. En esencia es mucho más racional, es la manera de tomar decisiones apropiadas teniendo en cuenta los factores internos y externos, para elegir el camino con más oportunidades.
Podríamos desglosarlo en:
Estrategia: para alcanzar objetivos
La creatividad, para pensar ideas y planes nuevos.; la técnica, para saber cómo ejercutarlos con la máxima productividad y la intuición, para sospechar por dónde va a ir tu cliente: son elementos indispensables para mantener a flote un negocio.
Aunque el azar puede cambiar por completo el rumbo que te habías marcado, tener una estrategia a corto y a largo plazo te mantiene en el camino de conseguir los objetivos que te has marcado. Si tenemos la mente enfocada en algo, es más fácil que busque caminos distintos para lograr los objetivos.
Planificación
Planificar te ayuda a marcar el camino para conseguir objetivos. Para esto, primero has tenido que ser consciente de cuál es tu situación actual, identificar qué se puede mejorar y visualizar a dónde quieres llegar. Vamos a ver cómo trazar una hoja de ruta.
Determina tus gastos
¿Cuánto te cuesta mantener el negocio abierto aún sin facturar nada? ¿Vas a ampliar el local? ¿A contratar un nuevo empleado? Aterrizar las ideas en papel, nos ayuda a ver si son rentables o no y de cuánto dinero debemos disponer para llevarlas a cabo.
Con este cálculo sabrás el nivel de ventas que tienes que alcanzar para cubrir gastos y llegar al objetivo de beneficios que te hayas marcado.
Plan de ventas
Sabiendo el importe que tienes que facturar, establece objetivos realistas de venta. Por ejemplo: voy a vender 100 unidades del producto A + 50 unidades del producto B, a 75% de clientes existentes y 25% de nuevos clientes que voy a conseguir.
Ahora piensa de qué forma puedes conseguir este objetivo: nuevas acciones de marketing, eventos, markets, ferias, etc.
Medir
Los objetivos tienen que poder medirse. Siguiendo con el ejemplo anterior podríamos medir
– % de clientes que repiten,
– % apertura de emails comerciales
– Si utilizamos bonos de fidelización podemos calcular el % de uso de nuestros clientes.
– % de adquisición de nuevos clientes según estrategia de marketing seguida.
Corregir
A medida que vamos viendo los resultados del año, podemos repensar las ideas iniciales, incorporar algunas mejoras.
Balance
A final de año tendrás el resultado del plan previsto. ¿Se ajusta a tus objetivos iniciales? Si has tenido beneficios toca volver a establecer objetivos: qué nuevas acciones quieres conseguir este año, cuánto dinero necesitas para ello, cuánto vas a destinar a tu formación y la de tu equipo, a renovar máquinas/coches de empresa/programas informáticos/etc. (Activos de la empresa).
Con la cifra de dinero que necesitas para tus planes futuros, volveremos a dibujar un plan de ventas.
Trabajo y dedicación
Como comentamos siempre, los recursos son limitados. Tenemos las horas que tenemos y el dinero para invertir siempre suele ser menor del que nos gustaría. La forma en que gestionamos nuestros recursos es lo que determinará el buen funcionamiento del negocio.
Innovación
Todas las empresas pasan por 5 fases de desarrollo. Una vez que nos hemos estabilizado, que tenemos a nuestro cliente ideal identificado, con una política de precios adecuada, nos toca revisar el negocio y pensar cómo diversificar el negocio. Abrir nuevas vías de mercado, nichos que no habíamos explorado. Si no innovamos para adaptarnos al entorno y sobre todo, al cliente y sus nuevos hábitos, quedaremos desfasados.
Por lo tanto, hay que probar y medir nuevas acciones y adelantarse a nuevas necesidades futuras.
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